De Pueblos Indígenas en Brasil
Foto: Rinaldo S.V. Arruda, 1986

Rikbaktsá

Autodenominación
Rikbaktsá
¿Donde están? ¿Cuántos son?
MT 1600 (Siasi/Sesai, 2020)
Familia linguística
Rikbaktsá

Los Rikbaktsa, conocidos como “Orelhas de Pau” (“Orejas de Palo”) o “Canoeiros” (“Canoeros”), fueron considerados feroces guerreros durante la década de 1960 y enfrentaron un proceso de despoblamiento que resultó en la muerte del 75% de su población. Recuperados, aún en la actualidad imponen respeto en la población regional por su persistencia en la defensa de sus derechos, de su territorio y de su modo de vida.

Nombre

Foto: Missão Anchieta, 1959
Foto: Missão Anchieta, 1959

Su autodenominación – Rikbaktsa- significa “los seres humanos”. Rik es persona, ser humano; bak es un refuerzo de sentido y tsa es el sufijo para la forma plural. Regionalmente son llamados Canoeiros (Canoeros), en referencia a su habilidad en la utilización de las canoas y, más raramente, se los denomina “Orelhas de Pau” (“Orejas de Palo”) por el uso de las enormes piezas elaboradas de madera de caixeta (tipo de madera liviana muy fácil de trabajar y estable, Tabebuia caáinoides) que se introducen en los lóbulos ensanchados de las orejas.

Lengua

Los investigadores del Instituto Lingüístico de Verano (Instituto Lingüístico de Verão) consideran la lengua Rikbaktsa como un idioma no clasificado en ninguna familia aunque incluida en el tronco lingüístico Macro-Jê.

Uno de los aspectos interesantes en la lengua Rikbaktsa es el hecho, común en otras varias lenguas indígenas, de ostentar una diferencia entre el habla masculina y femenina, de modo que la terminación de muchas palabras indican el sexo del hablante. El conocimiento y la maestría en el uso del lenguaje está mucho más desarrollado en los mayores, cuyas conversaciones acostumbran ser acompañadas con gran interés por los que quieren refinar el conocimiento de la lengua.

En la actualidad, los Rikbaktsa son bilingües, habiendo aprendido e incorporado el portugués. Las nuevas generaciones hablan con más regularidad y de manera más correcta el portugués, aprendiendo y utilizando la lengua Rikbaktsa a medida que crecen y ocupan un espacio en el mundo adulto. Los mayores, por otro lado, utilizan el portugués con una mayor dificultad y sólo al establecer contacto con los “blancos”.  

Localización e historia del contacto

Foto: Rinaldo S.V. Arruda, 1994
Foto: Rinaldo S.V. Arruda, 1994

Los Rikbaktsa viven en la cuenca del río Juruena, hacia el noroeste del estado de Mato Grosso, en dos tierras indígenas contiguas –la Tierra Indígena (TI) Erikpatsa y la TI Japuíra- así como una tercera: la TI do Escondido, más al norte, en el margen izquierdo del río Juruena.

Su territorio tradicional se situaba entre los paralelos 9º y 12ª de la latitud sur y los meridianos 57º y 59º longitud oeste, extendiéndose por la cuenca del río Juruena, desde la boca del río Papagaio, al sur, hasta casi llegar al Salto Augusto, en el Alto Tapajós, hacia el norte; al oeste se extiende en la dirección del río Aripuanã y al este hasta el río Arinos, a la altura del río dos Peixes.

Aunque aislada, la región ya había sido atravesada por las expediciones científicas, comerciales y estratégicas desde el siglo XVII. Sin embargo, poco se conocía acerca de las selvas ocupadas por los Rikbaktsa, ya que, en aquellos trechos del río Juruena y Arinos, las expediciones se mantenían siempre en el lecho del río o en sus proximidades, aventurándose muy tímidamente en el interior del bosque. De esta manera, hasta la penetración realizada por parte de los explotadores del caucho (siringueros) hacia el final de la década de 1940, no se registraba mención alguna acerca de los Rikbaktsa. La ausencia de referencias históricas anteriores y de estudios arqueológicos no permite determinar la antigüedad de su ocupación. No obstante, la memoria tribal, las referencias geográficas expresadas a través de mitos y el extenso y detallado conocimiento de la fauna que demuestran tener sobre el territorio y sus alrededores permiten suponer una presencia muy antigua.

Foto: Missão Anchieta, 1959
Foto: Missão Anchieta, 1959

Eran también muy conocidos por los grupos indígenas vecinos con los cuales, casi sin excepción, mantuvieron relaciones hostiles. Famosos por su ethos guerrero lucharon contra los Cinta-Larga así como contra los Suruí, ubicados hacia el oeste, en la cuenca del río Aripuanã; contra los Kayabi, hacia el este y contra los Tapayuna, al sudeste, en el río Arinos; contra los Irantxe, los Paresí, los Nambikwara y los Enawenê-Nawê, hacia el sur, en el río Papagaio y en las cabeceras del río Juruena; contra los Munduruku y Apiaká, hacia el norte, en el curso inferior del río Tapajós. También presentaron resistencia armada contra los siringueros hasta 1962.

A partir de la “pacificación” de los Rikbaktsa, financiada por los siringueros y realizada por los jesuitas entre 1957 y 1962, su territorio tradicional pasó a ser ocupado por diversos frentes pioneros de extracción de caucho, las madereras, las empresas de minería así como las agropecuarias. Durante el extenso período que le siguió a la pacificación, las epidemias de gripe, sarampión y varicela diezmaron al 75% de la población calculada en 1.300 personas al inicio del proceso. Perdieron la mayor parte de sus tierras y a la mayoría de los niños pequeños quienes fueron retirados de las aldeas y educados en el Internado Jesuítico de Utiariti (Internato Jesuítico de Utiariti), situado a la vera del río Papagaio, a caso 200 kilómetros de su área tradicional, y junto a niños de otros grupos indígenas también contactados por los misioneros. Los adultos que quedaron fueron gradualmente transferidos de sus aldeas originales hacia aldeas mayores y más centralizadas bajo la dirección catequizadora de los jesuitas. En 1968 les fue demarcado casi un 10% de su territorio original –la Tierra Indígena Erikpatsa- y los niños fueron trasladados de a poco hacia las aldeas siendo que la acción misional se centralizó en ellas.

En la década de 1970, la actuación de los misioneros se modificó, atenuando su autoritarismo y reconociendo los derechos de los pueblos indígenas a su propia cultura así como abriendo un mayor espacio, siempre reivindicado por los Rikbaktsa, a una mayor autonomía. Desde el final de los años de la década de 1970 comenzaron a luchar por la recuperación de parte de sus tierras. En 1985, consiguieron retomar la región conocida como Japuíra. Continuaron la lucha por la región de Escondido, demarcada por el Estado brasileño recién en 1998 que se encuentra, a pesar de la demarcación, invadida por buscadores de metales preciosos (garimpeiros), madereras e iniciativas colonizadoras.

Población

Foto: Pe. Antonio Iasi, 1985
Foto: Pe. Antonio Iasi, 1985

Su población, en 1998, era de casi 909 individuos. Un cálculo estimado en base al tamaño y al número de aldeas encontradas en las expediciones de los jesuitas destinadas a “pacificarlos” indica una población de casi 1.300 personas hacia fine de la década de 1950. Las enfermedades derivadas de los primeros contactos redujeron enormemente esta cifra.

Sufrieron una pérdida de casi el 75% de la población desde el momento del contacto hasta 1969, recuperándose parcialmente a partir de la década de 1970 y siguientes. La intermediación proteccionista de la Misión Anchieta –MIA- (Missão Anchieta), a pesar de causar una intensa presión en términos de la aculturación provocada así como una desarticulación en el pueblo Rikbaktsa, al mismo tiempo propició las condiciones mínimas para que se recuperasen físicamente luego de la mortandad pos contacto.

En 1985, según el relevamiento de la Misión Jesuita, ya se podía contar con una población de 511 personas, siendo 153 nacidos antes del contacto y 357 nacidas luego del mismo. En cuanto las epidemias fueron contenidas y la producción alimentaria regularizada, reanudaron el crecimiento acelerado, si lo comparamos con las tasas a nivel nacional, como demuestra el gráfico que sigue:

 

Año Población % Fuente
1957 1300 ----- personal est.
1969 300 - 77% MIA/SIL
1979 380 +26% MIA/HAHN
1984 466 +22.6% MIA
1985 511 +9.65% MIA
1986 514 +0.58% MIA
1987 520 +1.16% MIA
1989 573 +10.19% MIA
1993 700 +22.16% MIA
1995 905 +29.29% MIA/ASIRIK
1997 950 +4.97% MIA/ASIRIK
1998 1025 +7.89% ASIRIK

La caída en el crecimiento durante el período 1985-1987, parece corresponder tanto a un aumento de la mortalidad como a la disminución de los nacimientos. Esto se debe parcialmente al agitado período de lucha por el reconocimiento de Japuíra como una legítima área indígena, durante el cual la caída en la producción de alimentos, el aumento de la debilidad física y la inadecuada atención en el área de la salud parecen haber sido las variables responsables por el debilitamiento del pueblo Rikbaktsa.

A partir de 1987 en adelante, cuando ya poseían oficialmente el Japuíra, el acceso a una mayor cantidad de recursos y una mirada más optimista acerca de la vida, así como una mayor preocupación en lo que se refiere a la salud por parte de la MIA y de la Funai, la población Rikbaktsa volvió a acentuar su tasa media anual de crecimiento demográfico.

La tuberculosis y otras enfermedades pulmonares así como las muertes por malaria aún ocurren con cierta frecuencia, aunque parecen estar más controladas, permitiendo una expectativa en el sentido del mantenimiento de esos índices de crecimiento poblacional.

Actividades económicas

Geraldino Muitsy Rikbaktsa, do clã Makwaraktsa. Foto: Rinaldo S.V. Arruda, 1984
Geraldino Muitsy Rikbaktsa, do clã Makwaraktsa. Foto: Rinaldo S.V. Arruda, 1984

La naturaleza se presenta como un gran manantial, en donde los Rikbaktsa están inmersos. El conocimiento milenario adquirido y oralmente transmitido acerca de las especies vegetales y animales, sus interrelaciones y ciclos de reproducción, aliado a las técnicas adecuadas de aprovechamiento siempre les garantizaron la reproducción biológica y social. La socialización de esos conocimientos y técnicas así como el libre acceso de todos los individuos a los recursos del territorio del grupo al cual pertenecen garantizan un alto índice de igualitarismo interno. No es necesario acumular excedentes ya que estos se encuentran “almacenados” en el bosque y todos saben retirarlos en el momento en el que lo necesitan.

La división del trabajo se da, básicamente, entre hombres y mujeres, aprovechando y reforzando los lazos de interdependencia pre existentes al nivel de la reproducción biológica.

La autonomía económica y política de los grupos domésticos, constituidos como unidades de producción y consumo, está contrabalanceada por las relaciones en el sistema de parentesco (socialmente creadas) y de orden ritual. Ese sistema de relaciones de reciprocidad los articula con la comunidad más amplia, el pueblo Rikbaktsa. El quiebre de la reciprocidad, que ocurre en ocasiones, es el causante de fricciones y diferencia los lazos existentes entre os diversos subgrupos Rikbaktsa.

Desde la perspectiva Rikbaktsa, ellos son mucho más cazadores y recolectores que agricultores, aunque la agricultura así como las fiestas rituales a ella asociadas cumplan un papel central en el ritmo y en la organización de la vida social.

La economía Rikbaktsa se caracteriza por la alternancia de las actividades diferenciadas a lo largo del año, concentrándose estacionalmente en una u otra actividad. La unidad de producción y consumo cotidiana es la familia extensa, o sea, de los residentes de la casa. Solamente en el transcurrir de los rituales que acompañan la vida agrícola (desmonte de un nuevo campo de cultivo y la cosecha del maíz joven) y en otras pocas ocasiones es que se produce una cooperación más amplia. Se implementan campos de cultivo de forma circular, de aproximadamente dos hectáreas cada uno y con varias especies implantadas de acuerdo a su compatibilidad, que muchas veces expresan un lenguaje de parentesco. Cada dos o tres años se abren nuevos campos, abandonando el anterior al trabajo de reconstrucción espontáneo de la selva. A veces, más allá de los campos de cultivo cercanos a la aldea, poseen otros más o menos distantes los cuales, juntamente con los ya abandonados, constituyen reservas alimenticias de donde recolectan, en forma esporádica, los tubérculos y bananas que continúan brotando por varios años.

Plantan maíz “blando” e dos tipos (uno de ellos negro), batata dulce, cará, mandioca “mansa”, ñame, arroz, porotos o frijoles, habas, algodón, urucú, bananas de diversos tipos, caña de azúcar, algodón, maní y calabazas. También plantan piña o ananá, cítricos (limón, naranja y mandarina), manga y otras frutas aunque de manera más irregular. Dicen que, antiguamente, plantaban tabaco para ser utilizado con fines medicinales.

Los campos de cultivo son del grupo doméstico, constituido por el “dueño de la maloca (casa)”, su esposa, hijos solteros, hijas solteras y casadas, yernos y nietos. El hombre casado y con varios hijos que se separa de la maloca del suegro construyendo una casa propia implementa, también, un nuevo campo de cultivo destinado a su familia. Sin embargo, en casi todas las aldeas, los jefes de familia más emprendedores e influyentes pueden hacer su desmonte con el auxilio de sus parientes así como de los residentes de la misma aldea y de otras aldeas vecinas, siendo los anfitriones y organizadores de la realización de un ciclo ritual de fiestas que acompañan las actividades agrícolas anuales.

Los nuevos desmontes se realizan entre mayo y junio, cuando de afirma la estación seca. En los campos, eso ocurre desde julio hasta mediados de agosto. Queman y preparan todo entre agosto y septiembre y siembran después de la primera lluvia, hacia comienzos de octubre.

Una gran parte del alimento consumido diariamente es obtenido por medio de la caza, de la pesca y de la recolección, que se mantiene prácticamente sin interrupciones durante todo el año. Pero la caza es la actividad por excelencia de los hombres. El rol social del cazador/guerrero parece ser el punto de referencia central del conjunto de valores constitutivos de la identidad masculina, la figura “arquetípica” del proveedor de alimentos y defensor de la comunidad.

Los Rikbaktsa comen casi todo los tipos de animales presentes en su hábitat, con algunas excepciones, como el jacaré, el tamanduá-bandeira (Myrmecophaga tridactyla), las cobras, las onzas, y el “mono de noche” (Aotus infulatus), cuyo pelaje es casi blanco. Aprecian la carne de todos los tipos de monos (con la excepción mencionada), que constituye la caza más frecuente. El puerco del bosque y el caititu (Ayassu tajacu) también son muy valorados, así como el coatí (Nasua nasua), que a veces crían, el paca (Agouti paca), el venado (tanto el rojo como el grisáceo), el anta o tapir (Tapirus terrestris), varios tipos de mulita (de la mulita canastra -Priodontes giganteus- realizan pulseras con el cartílago del rabo, que a su vez son utilizadas por las jóvenes y las mujeres), la ariranha (Pteronura brasiliensis), la irara (Eyra barbara), entre otras. Cazan aves en una gran cantidad y diversidad, valorizándolas por su carne y por su plumaje: araras (Ara ararauna, de tres tipos), ararinhas (Cyanopsitta spixii), papagayos (Psittacus erithacus), gavilanes (varios tipos), japuíras (Cacicus cela), mutum (Crax fasciolata), mutum-carijó (Rupornis magnirostris), tucanes (Ramphastos toco), tucaninhos (Aulacorhynchus atrogularis), garzas (Casmerodius albus), patos, marrecos (Anas sponsa), biguás (Phalacrocorax olivaceus), jacamim (Psophia leucoptera), jacu (Penelope ochrogaster), jacutinga (Pipile jacutinga), macucos (Tinamus solitarius), macuquinhos (Scytalopus iraiensis), palomas de diversas subespecies, búhos y pájaros de todo tipo.

También consumen todo tipo de peces, ovas de tucunaré (Cichla spp.) depositadas en los gajos sumergidos de las plantas, tracajás (Podocnemis unifilis) y los huevos de tracajá o de cágado (Mauremys leprosa) que descubren en grandes cantidades enterrados en las playas que se forman durante la estación seca. Los niños, desde los tres años de edad, acostumbran jugar en el puerto de la aldea, matando pequeños peces con sus pequeños arcos y flechas de tres puntas. Capturan con la mano los pececitos recién nacidos en la vegetación sumergida del margen del curso de agua, muchas veces consumiéndolos crudos, si son muy pequeños. Sin embargo, a pesar de variada y de ser practicada durante todo el año la pesca no es siempre abundante. En la época de lluvias se vuelva más rara y menos frecuente, siendo entonces practicada con mejores resultados durante la estación seca.

Durante la estación lluviosa, los ríos inundan el bosque, a veces alcanzando grandes extensiones, ya que la región es plana, con suaves ondulaciones en su interior. Se forman innumerables lagunas y los peces, que desovan hacia el final de la estación seca, se distribuyen por el bosque inundado, más rico en alimentos con el objetivo de crecer y engordar. Su dispersión convierte a la pesca en una actividad mucho más difícil, aunque de todos modos es practicada, principalmente con flechas como instrumento.

En términos generales las personas están siempre atentas a lo que la naturaleza ofrece, orientando su alimentación, sus actividades, sus rituales, en conexión con los ritmos entrelazados de crecimiento, la alternancia y la maduración de las formas de vida animal y vegetal y los recursos naturales que aprovechan de manera intensa en la época apropiada. La recolección es la actividad diaria practicada tanto por hombres como por mujeres y niños durante las frecuentes salidas que realizan por las inmediaciones de la aldea; arrancan embira (un tipo de liana) para elaborar cuerdas, buscan leña, paja, maderas para diversos fines, plantas medicinales, etc.

Además de la extensa variedad de frutas silvestres, el alimento recolectado que tiene mayor importancia en la dieta Rikbaktsa es, aún en la actualidad, la castaña. De alto valor nutritivo, la misma es extensamente consumida tanto entera como rallada y cocida como mingau (una suerte de preparado espeso a base de agua), como parte integrante de la masa de beiju (mandioca), en forma de pan o torta e inclusive se la utiliza para fabricar aceite para freír.

También la miel es muy consumida y se la obtiene de varios tipos de abejas. Se la utiliza para endulzar, mezclándola con agua o en los diversos tipos de chicha. Chicha es el nombre genérico otorgado a los varios tipos de “sopas” o “potajes”, “licuados” o “jugos” que los pueblos indígenas acostumbran elaborar. Los Rikbaktsa hace chicha de banana, maíz blando, papa dulce o batata, cará (Dioscorea trifida), maíz con banana, patauá (Oenocarpus Bataua), inajá (Maximiliana maripa), buriti (Mauritia flexuosa), buritirana (Mauritiella aculeata), assari (Asarum heteropoides), seriva (Bactris gasipaes, pupuña), bacuri (Platonia insignis), bamy (Acacia grigli Acacia), aboho, bamy con maíz y una infinidad de otras menos frecuentes. No hay ninguna bebida o chicha fermentada entre ellos o, cuando se presenta, es de fermentación reciente por haber sido preparada con dos o tres días de antecedencia como máximo, sin presentar un tenor alcohólico detectable. Son muy agradables, bastante nutritivas y, con el clima caluroso que es constante, una buena prevención contra una posible deshidratación, siendo consumida por hombres, mujeres y niños en una elevada frecuencia.

Prefieren la miel al azúcar, que en la actualidad también es utilizada en gran escala, tanto el de tipo mascavo que producen en pequeña cantidad, como el refinado comprado en el comercio regional. La miel de jati o abeja mosquito (Plebeia droryana), fina y clara así como de sabor delicado es considerada como un producto excelente para los niños, con cualidades medicinales para aliviar los síntomas de la tos.

Los Rikbaktsa crían varios tipos de aves, manteniéndolas como una reserva viva de plumas para sus accesorios, que utilizan siempre que es necesario. Crían araras, pequeños periquitos, mutum, jacutinga y jacu, entre otros. La más común es la arara (amarilla, roja o cabezuda). Es común encontrar araras deambulando por el suelo y rodeando las casas, dentro de ellas o en los árboles cercanos. Los Rikbaktsa demuestran un gran cariño por ellas y siempre las alimentan con castañas, maíz y otros alimentos, lo que no les impide que, de tiempo en tiempo, y con grandes alaridos por parte de las araras que deben ser sostenidas por los pies y la cabeza, les arranquen casi todas las plumas. En una semana, las plumas comienzan a crecer nuevamente y presentan colores cada vez más fuertes, más “maduros” como dicen los indios. Muchos también crían gallinas, para obtener sus huevos y consumir su carne pero también para utilizar las largas plumas del sector trasero del gallo, incorporándolas a los arreglos plumarios tradicionales, logrando un bello efecto estético. Finalmente, también hay perros en casi todas las malocas, valiosos ayudantes en la caza. Por otro lado, incorporaron innumerables mercaderías y utensilios producidos por la sociedad que los rodea, con la cual mantienen relaciones comerciales, obteniendo una renta monetaria en los últimos años, principalmente con la producción de  y la comercialización del caucho, de la castaña y de las artesanías (su arte plumario es considerado uno de los más bellos entre los grupos tribales brasileños). La producción agrícola y extractiva de cara al mercado, realizada bajo la dirección de los jesuitas durante las dos primeras décadas del contacto, es dirigida por ellos mismos a través de la autoorganización en la producción y comercialización del caucho en la década de 1980, a través de la conformación de una cooperativa interna, organizada en consonancia con su forma de vida social.

En las últimas décadas, el avance del desmonte en torno a sus tierras los ha perjudicado en cuanto a la reproducción de los animales del bosque y en el crecimiento de la pesca comercial en los ríos que limitan su territorio afectando la reproducción de los peces, impactando tanto en el resultado de la caza como en la pesca, aumentando –por lo tanto- la dependencia del mercado. Con la caída del precio del caucho, principalmente durante la década de 1990, se apoyaron más en la producción y en la venta de arte plumario y, secundariamente, en la venta esporádica de pescado, castaña y otros productos para abastecer el pequeño comercio regional, y como forma de obtener alguna renta monetaria.

Como alternativa económica al modelo de ocupación regional marcado por el desmonte extensivo, los Rikbaktsa desarrollaron desde 1998, un proyecto de manejo sustentable no maderero, centrado –en un primer momento- en la extracción y embasado de palmitos para su venta y, en un futuro, también piensan obtener los beneficios de la comercialización de la castaña y de otros productos. Es una iniciativa pionera, administrada por la Asociación Indígena Rikbaktsa –ASIRIK- (Associação Indígena Rikbaktsa) fundada en 1995, con el asesoramiento técnico del Instituto de Estudios Ambientales –IPA- (Instituto de Estudos Ambientais) y del Instituto de Apoyo al Desarrollo Humano y al Medio Ambiente –TRÓPICOS- (Instituto de Apoio ao Desenvolvimento Humano e do Meio Ambiente), asociados a la Fundación Nacional del Indio –Funai- (Fundação Nacional do Índio), la Coordinadora de Asuntos Indígenas de Mato Grosso –CAIEMT- (Coordenadoria de Assuntos Indígenas do Mato Grosso), el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Renovables –IBAMA- (Instituto Brasileiro do Meio Ambiente e Recursos Renováveis) y la prefectura del Municipio de Juína, estado de Mato Grosso, todo financiado por el Programa de Apoyo Directo a las Iniciativas Comunitarias –PADIC- (Programa de Apoio Direto às Iniciativas Comunitárias) del PRODEAGRO y del Programa de Gestión Ambiental Integrada -PGAI/PPG7- (Programa de Gestão Ambiental Integrada).

Estas actividades orientadas hacia el mercado se mezclan y, por el momento, se subordinan a las actividades económicas tradicionales, en un proyecto social que intenta potenciar la renta monetaria así como la capacidad productiva Rikbaktsa juntamente con el mantenimiento de las características organizacionales, de ritmo y de diversidad de la vida cotidiana.

Organización social

Foto: Rinaldo S.V. Arruda, 1986
Foto: Rinaldo S.V. Arruda, 1986

Las aldeas tradicionales presentaban una o dos casas habitadas por familias extensas (el dueño de la casa, su esposa, los hijos y las hijas solteras, las hijas casadas, los yernos y los nietos) y la casa de los hombres (“rodeio” -“rodeo”- en portugués y “makyry” en lengua Rikbaktsa) en donde residían los viudos y jóvenes adultos solteros. En 1957, fueron encontradas 42 aldeas, desplegadas en su territorio, situadas en el interior de la selva, en lugares cercanos a las cabeceras de los rápidos y ligadas entre sí por senderos trazados en el bosque. Con la centralización impuesta por los jesuitas las aldeas se volvieron mayores, menos numerosas y localizadas a lo largo del margen derecho del río Juruena. En las dos últimas décadas, la reconquista de una parte de su territorio (TI Japuíra y TI do Escondido) impulsó la multiplicación del número de aldeas en su porte tradicional, aunque algunas de ellas llegaron a tener más de diez casas.

No existe una morfología definida presente en las aldeas, como si ocurre entre otros pueblos del mismo tronco lingüístico que, a ejemplo de la familia Jê, construyen aldeas circulares que reflejan la organización social. En la actualidad hay casi 33 aldeas en las áreas contiguas (TI Rikbaktsa y TI Japuíra) localizadas a lo largo del río Juruena, Sangue y Arinos, los que acompañan los límites de sus fronteras, como una estrategia de vigilancia de sus tierras y de optimización en el uso de sus recursos naturales. En 1998 construyeron una nueva aldea en la TI do Escondido, que fue demarcada recientemente, en donde planean la fundación de más aldeas para consumar la reocupación del territorio.

Los Rikbaktsa dividen a los seres del universo en dos series opuestas y complementarias. Esa división, aunque utilizada para los otros seres de la naturaleza, opera más extensamente en relación a la sociedad Rikbaktsa y, configurada en el sistema de parentesco, proporciona el principio clasificatorio más abarcador a través del cual organizan la vida social. La sociedad Rikbaktsa se divide en mitades exogámicas, una asociada al ave arara amarilla y otra asociada a la arara cabezuda –un tipo de arara colorada- (Hazobtisa), cada una de ellas subdividida en varios clanes, asociados a diferentes animales y vegetales.

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MITADES

CLÃS

Makwaraktsa (arara amarela)

Hazobiktsa (arara cabeçuda)

- Makwaraktsa

           (arara amarilla)

- Hazobiktsa

           (arara cabezuda)

- Tsikbaktsa

           (arara colorada)

- Umahatsaktsa (higueira)

- Bitsitsiyktsa

           (fruta silvestre)

- Tsuãratsa (macuquinho: tipo de pájaro)

- Mubaiknytsitsa

           (mono araña, coatí)

- Tsawaratsa (inajá: palmeira)

- Zoktsa (“palo torcido”, un tipo de árbol)

- Bitsiktsa (tucán)

- Zuruktsa (animal feroz, mítico, aparentado una onza que hoy no existe más)

- Buroktsa (árbol,“palo lechero")

- Wohorektsa

           (cierto  árbo)

- Zerohopyrytsa (jenipapo, tipo de árbol)

 

 Los casamientos se concretan entre las mitades. Durante la década de 1970, y a pesar de ser considerados incestuosos, se realizaron casamientos entre miembros de una misma mitad de parentesco, en parte debido a las dificultades derivadas de la mortalidad pos contacto y en parte inducidos por los jesuitas en su esfuerzo “civilizador”. En la actualidad, las prescripciones tradicionales se siguen con rigor. La descendencia es patrilineal y se basa en la creencia de que un niño es generado por el padre, asemejándose siempre a este y jamás a la madre. Asimismo, parecen creer que cualquier otro hombre que copule con una mujer embarazada participa de la paternidad. Dicen que el hijo toma el lugar del padre y le da continuidad. La unión entre padre e hijo (o hija) traspasa el momento de generación de la criatura dado que se considera establecida a través de un eje vital (más que social) que se extiende por toda la vida. El casamiento preferencial se manifiesta a través de la unión entre primos cruzados y la regla residencial es uxorilocal, esto es, el novio se traslada a la casa de los padres de la novia. La norma general es la monogamia, aunque la poligamia se permite y es practicada en forma ocasional. La ceremonia de casamiento es bastante informal. Luego de establecido el acuerdo entre las familias de los novios y entre estos, el líder de la aldea retira la red del hombre de su propia casa (o de la casa de los hombres) y la amarra al lado de la red de la mujer en la casa de su suegro, en donde comienza a residir durante los primeros años del casamiento, mudándose luego de ampliar la familia junto con sus hermanos casados. El divorcio es común, especialmente durante los primeros años de casamiento y es fácilmente obtenido por cualquiera de los cónyuges.

En conjunto con las relaciones de alianza establecidas entre los grupos patrilineales  y creadas a través del casamiento, los principios clasificatorios de parentesco determinan la distribución de las personas entre las aldeas y establecen relaciones de prestigio e influencia constituyéndose en la expresión de sus relaciones políticas internas. Las relaciones entre los individuos, apoyadas en estos principios, se clasifican a través de un sistema conformado por más de sesenta términos, en su mayor parte constituyendo pares recíprocos.

La posición que un sujeto va ocupando en la sociedad Rikbaktsa se define por el grupo de edad, el sexo, el clan y la mitad. Su sexo lo coloca a un lado de la división del trabajo y define las tareas que irá asumiendo a lo largo de su vida. Ese camino, así como los roles sociales que durante el mismo serán asumidos, se recorre en conjunto con otras personas del mismo sexo quienes, por atravesar en conjunto los rituales que marcarán su vida adulta, constituyen también un grupo de edad. Su pertenencia al clan de una mitad de parentesco determinada, por otro lado, define sus posibilidades de casamiento, su papel y sus obligaciones en las fiestas rituales colectivas organizadas en base a la reciprocidad de derechos y obligaciones que las mitades mantienen una en relación a la otra. Por otro lado, conforme con el aumento etáreo, las personas se capacitan para asumir posiciones cada vez más centradas en la organización de la vida social hasta que llega la vejez, lo que las coloca en el nivel más alto de respetabilidad.

Los niños, desde temprano, acompañan a sus padres colaborando en los quehaceres generales. Aprenden a conocer la selva, sus recursos y sus secretos a través de las vivencias compartidas y de las enseñanzas transmitidas en el decorrer de las tareas así como a través de los mitos transmitidos por los mayores. De los ritos de pasaje tradicionales practican la perforación de las orejas y de la nariz (en los niños), durante la gran fiesta final del ciclo ritual que acompaña la apertura de los campos de cultivo. Antiguamente las jóvenes se hacían tatuajes en el rostro y los jóvenes en el pecho, siempre para el ritual de pasaje hacia la edad adulta, lo que seguía a una reclusión ceremonial que podía durar por más de un mes, durante el cual no se podía tomar sol así como no ser vistos por nadie que no fuese un pariente cercano. Las reclusiones, los tatuajes y el uso de la aplicación del accesorio en los lóbulos de las orejas de los jóvenes fueron siendo abandonadas luego del contacto. Previamente, hace años, los niños comenzaban a vivir en la casa de los hombres a partir de los doce años de edad, cuando su educación se completaba a través de la acción de un mentor. En la actualidad residen con los padres hasta el casamiento, cuando se mudan a la casa del suegro quien completa la educación tradicional del yerno.

Cada clan tiene una reserva fija de nombres establecidos en un pasado inmemorial y utilizados por todas las generaciones muertas y portados continuamente por las generaciones vivas. Existen nombres de niños y nombres de adultos. Una persona recibe a lo largo de su vida tres a cuatro nombres, dejando libre el anterior para ser utilizado por otra persona.

Los nombres son sugeridos por los miembros del clan del padre, pero la decisión sobre su adecuación reside en las manos de los mayores, no necesariamente del mismo clan, aunque miembros de una misma clase de edad. Ellos se reúnen antes de la fiesta que acompaña el desmonte del campo de cultivo para la siembra, y es en ese momento cuando deciden quien recibirá el nuevo nombre (niños y adultos) y cuál será.  En el transcurso de la fiesta, durante los cantos nocturnos, el “dueño de la fiesta” anuncia los nombres y las personas que los recibirán.

Un pequeño puede recibir el “nombre de niño” que su padre, abuelo o hermano mayor ya utilizó. Aunque de todos modos es más común recibir nombres cuyo último usuario haya fallecido anciano, luego de una vida plena, un hombre puede recibir un nombre ya utilizado por su padre, abuelo u otro miembro del clan, aunque esté vivo. A no ser en el caso de los niños pequeños, nadie es llamado por el nombre propio. Los Rikbaktsa se llaman entre si por los términos de parentesco, por los nombres “cristianos”, por sobrenombres o en referencia a una relación conocida establecida con una terceras persona.

El nombre propio sólo es conocido por sus parientes más cercanos y sus aliados, los que participan de la misma fiesta de desmonte, y acostumbra ser desconocido para las personas con las cuales se mantienen relaciones más distantes. Para los enemigos es secreto, no se menciona. Pero, inclusive los que conocen el nombre de su interlocutor no osan mencionarlo en público. Sería una gran falta de educación, una invasión de la privacidad el exponer de tal forma el nombre de una persona. Tampoco se dice a una persona el nombre de otra que no está presente. Sólo el dueño del nombre está autorizado a revelarlo, si es que siente confianza para realizar tal acción. Tampoco se acostumbra pronunciar el nombre de una persona que falleció en tiempo reciente, y siempre se refieren al occiso como “el fallecido” mencionando su parentesco con una tercera persona.

Ciclo de vida

Un niño porta el nombre que recibió luego de su nacimiento hasta que recibe otro, entre los 9 y 12 años de edad. El criterio no es la edad cronológica exacta, pero si el grado de aprendizaje al que llegó. Entre los 3 y 5 años el niño recibe un pequeño arco y flechas confeccionados por su padre, y comienza a acompañarlo en las excursiones de pesca y caza. Comienza a conocer el “habla” de los animales (esto es, el modo como los animales se comunican entre si, los sonidos que producen y lo que ellos señalan), el nombre y las características de las plantas y de los árboles y la geografía local. Con 8 a 10 años de edad ya saben fabricar su propio arco y sus propias flechas, siendo estas menores que las elaboradas por los adultos, utilizándolas con cierta habilidad. Cuando ya saben utilizar correctamente las flechas, entre los 11 y 12 años, agujerean sus narices en la fiesta del maíz, durante la estación húmeda, y les es otorgado su segundo nombre, un nombre intermedio entre su nombre de niño y el que será su nombre de adulto, que le será otorgado más tarde.

El niño comienza a frecuentar la casa de los hombres durante el día, aprendiendo acerca de las fiestas, los mitos, la utilización de hierbas medicinales, aprende a tocar la flauta, a elaborar los accesorios con plumas, los arcos y las flechas de los adultos. Al mismo tiempo, asume de una manera más sistemática las responsabilidades de proveedor de su casa y aldea, participando en todas las tareas adultas.

A los 14 o 15 años de edad, cuando ya es capaz de matar grandes presas como el puerco de la selva, el anta, el carpincho y el venado, entre otros, ja ha aprendido lo suficiente sobre las fiestas y atraviesa el rito de perforación de los lóbulos de las orejas que tiene lugar durante la fiesta grande, en la estación seca, el punto culminante del ciclo ritual anual. Este rito, que en la actualidad no ocurre, introducía al joven en la clase de edad de los hombre terminados o ya hechos. Podía contraer matrimonio así como participar en las expediciones guerreras que regularmente emprendían contra los Cinta-Larga, otros grupos vecinos y, más tarde, contra los siringueros. En esta etapa recibía su tercer nombre, inmediatamente después de la perforación del las orejas o luego de su casamiento.

En la actualidad, aún sin perforar sus orejas, a los jóvenes se los considera adultos cuando suman las condiciones adecuadas en relación a la edad y al aprendizaje, recibiendo entonces su tercer nombre, en general luego del casamiento. Algunos hombres pueden cambiar de nombre nuevamente, recibiendo un cuarto, cuando llegan a ser hombres maduros, dueños de la maloca y con hijos adultos ostentando una gran familia así como influencia social.

Las mujeres también son nominadas de la misma manera que los hombres, durante en las fiestas de desmonte, obedeciendo –sin embargo- a otros ritos de pasaje.

De la misma forma que los niños, las niñas recién nacidas reciben una denominación clánica de pequeñas. En otros tiempos, hacia los 12 años de edad y luego de que ocurriese la primera menstruación, se les realizaba un orificio en la nariz. En la actualidad, algunas realizan este procedimiento y otras no. A esa edad consumen el “remedio de la selva” para disminuir el dolor del parto cuando tengan hijos. Tradicionalmente, el padre decidía el momento en el que su hija recibiría los tatuajes faciales (marcar el rostro), lo que se producía durante la fiesta grande, en la misma ocasión en la que los niños agujereaban sus lóbulos. Desde ese momento era considerada una mujer “hecha”, lista para el casamiento.

Luego de la perforación de la nariz, la joven ya podía recibir  un nombre nuevo, en general otorgado después de “marcar su rostro” o inmediatamente después del casamiento. No se verifica la práctica de reclusión de las jóvenes, a no ser durante este corto período. Tampoco se presenta la existencia de “cabañas menstruales”, ni se perciben reglas de aislamiento relativas a la menstruación.

En la actualidad, ese ritual de pasaje no se practica, de la misma forma que no se realizan las perforaciones de los lóbulos ni las expediciones de guerra en las cuales el cazador formado atravesaba su primera experiencia como guerrero, completando su estatus de hombre adulto. La experiencia del guerrero se ha transformado, en los últimos años, en la participación activa de los jóvenes en las luchas por la recuperación y la conservación de su territorio.

Organización política

Foto: Rinaldo S.V. Arruda, 1987
Foto: Rinaldo S.V. Arruda, 1987

La sociedad Rikbaktsa se estructura a partir de las relaciones de reciprocidad establecidas entre los clanes pertenecientes a las mitades de parentesco que los articula en la comunidad más amplia. Intercambian mujeres a través del casamiento, intercambian bienes y trabajo durante las fiestas que una mitad le ofrece a la otra por ayuda en el desmonte y en la siembra. Esa interdependencia aparece también en la caza, en donde el cazador siempre le da el animal cazado al compañero, en general el cuñado, perteneciente a la otra mitad.

Sin embargo, y en principio, cada grupo doméstico se constituye como una unidad política. Tradicionalmente los “jefes” no existían, aunque hayan surgido líderes cuya influencia trascendía su propia casa o aldea. Las jefaturas centralizadas impuestas por los misioneros fueron de corta duración y poca eficacia. Los líderes más influyentes, a la par de su capacidad personal, suelen ser los que tienen el grupo de parientes y de cuñados más numeroso. En la actualidad han comenzado a surgir también otro tipo de líderes, los jóvenes que poseen un mayor conocimiento de la sociedad que los rodea y que pueden ofrecer respuestas más adecuadas a los problemas que la situación de contacto les impone.

Sin jefatura centralizada, los mecanismos principales de control social son el “chisme”, la imposición del ostracismo y la evitación social.

El rompimiento de la reciprocidad (principalmente tratándose de las obligaciones familiares derivadas del casamiento) causa fricciones y diferencia los lazos existentes entre los diferentes subgrupos de clanes. Esa relación de mayor o menor solidaridad entre ellos es la que, a la par de los criterios económicos o estrictamente geográficos (la proximidad de los cursos de agua, de tierra fértil, etc.) define la localización de las aldeas y las distancias entre los vecinos.

Parecen haberse producido, anteriormente a la situación de contacto, serias rivalidades entre los Rikbaktsa que vivían en el río Arinos con los del río Sangue y con los del río Juruena. En la actualidad, la lucha por la supervivencia física y cultural acentuó los lazos de cohesión y permitió una aproximación mayor así como eventuales alianzas con otras sociedades indígenas de la región.

Perspectivas sobre la enfermedad, la muerte y la vida

Los Rikbaktsa creen que se produce una permutación de “almas” entre los seres del mundo físico. De tal forma, el destino de los muertos se diferencia según la vida que tuvieron como seres humanos. Algunos retornan nuevamente como seres humanos (e inclusive como “blancos”) o encarnados en monos “de la noche” (uno de los pocos animales que los Rikbaktsa nunca cazan); otros, quienes fueran personas pero en vida, retornan como animales peligrosos para los hombres, como la onza o en forma de cobras ponzoñosas. Por otro lado, los seres vivos existentes fueron un día humanos y los mitos registran como fueron transformados definitivamente en animales. De esta forma, los puercos, el anta, las araras, los pájaros y hasta la luna fueron, otrora, personas.

Las centenas de historias que construyen el tejido mítico que le da forma y sentido a la vida Rikbaktsa son relatados en forma constante por los ancianos y hasta los niños se orientan a través de los mismos para pensar su relación con el medio físico y social que los rodea, intentando mantener la harmonía de sus actividades con el orden inmanente del cosmos, retratado a través de sus mitos.

La enfermedad es concebida como un desequilibrio resultante del quiebre de los tabúes (esto es, aquellos actos que refieren a la interrupción de la harmonía o al orden inmanente del mundo) o al producto de algún hechizo o envenenamiento provocado por un enemigo. Las técnicas curativas tradicionales se basan en el uso de innúmeras plantas con cualidades medicinales así como en las purificaciones rituales.

Todas las actividades de caza, recolección, pesca y agrícolas se insertan en ese universo de significados y son ritualizadas en el ciclo de las ceremonias cuyo ritmo es marcado por el ciclo agrícola. En ellas, la música, las canciones y los accesorios de plumas tienen una importancia fundamental, expresando de manera sensible su universo social y mítico, así como sus formas de sensibilidad afectiva, estética y religiosa. En el proceso de reconquista de su dignidad étnica, los rituales, la música y las narrativas míticas revisten una importancia crucial expresando y constituyendo el núcleo cohesivo e identitario que les permite enfrentar las transformaciones inducidas por el contacto sin desintegrarse como pueblo poseedor de una cultura e historia absolutamente original.

Las fiestas que se destacan son la del maíz verde en enero, la del desmonte en mayo y otras fiestas menores pero que indican toda la secuencia de actividades anuales. El cenit del ciclo ocurre a mediados de mayo, cuando las mitades y los clanes se manifiestan con sus pinturas corporales, accesorios plumarios y toques de flauta característicos. En esta ocasión se ponen en escena episodios míticos y también secuencias de luchas ocurridas en la historia reciente encarnadas por los hombres de la comunidad.

Los Rikbaktsa son eximios ejecutantes de flauta y las canciones tradicionales que corresponden a cada ocasión se tocan en todas las fiestas.

Notas sobre las fuentes

Las fuentes bibliográficas sobre los Rikbaktsa son, todas ellas, posteriores al contacto establecido por los jesuitas. Hay dos trabajos e informes de los mismos jesuitas en el contexto de la administración del catecismo y la tutela de los miembros del Instituto Lingüístico de Verano (Instituto Lingüístico de Verão), que también actuó entre ellos, aunque sin la misma profundidad y presencia que los jesuitas de la Misión Anchieta (Missão Anchieta). De los escritos de los jesuitas, el más importante, que relata las expediciones de “pacificación” y los primeros contactos, ofrece una descripción del contexto regional, de los propios Rikbaktsa y de su situación. Este le pertenece al Padre João Dornstaudter, quien comandó todo el proceso de “pacificación”. Otros trabajos importantes como fuente de información acerca del estilo y actuación jesuita en la época le pertenecen a los Padres Moura y Weber.

En relación a las primeras descripciones etnográficas acerca del pueblo Rikbaktsa, la mejor es la del antropólogo Harald Schultz, quien estuvo en el área en 1962, durante el primer año de contacto pacífico y que, además del texto específico, produjo excelentes fotos publicadas en dos artículos.

También son encontradas descripciones etnográficas en los trabajos de Joan Boswood, del Instituto Lingüístico de Verano (Instituto Lingüistico de Verão), aunque sus trabajos estén orientados hacia el estudio de la lengua, así como el de Sheila Tremaine. El trabajo más exhaustivo es el del antropólogo Robert Hahn, quien trabajó entre los Rikbaktsa a comienzos de la década de 1970, produciendo la primera tesis acerca de este pueblo. La misma analiza el sistema terminológico del parentesco y constituye la primera etnografía extensa sobre los Rikbaktsa, abordando asimismo la actuación de los jesuitas y las consecuencias de la catequesis religiosa aplicada a este pueblo.

Los trabajos más recientes acerca de los Rikbaktsa, hasta el momento, son de mi autoría. En primer término los informes de evaluación de su situación, en el ámbito del análisis del Proyecto Polonoroeste y do Escondido, realizados entre 1983 y 1985. Entre los mencionados se cuenta con el informe de identificación de las áreas indígenas Japuíra y do Escondido, presentado en 1985.  Se realizó en 1993 un nuevo informe de identificación del área indígena do Escondido, redefiniéndola y constituyendo la base para su demarcación en 1998. Estos informes proveen una visión más coyuntural, aunque intentan siempre apoyarse en la perspectiva de la historia Rikbaktsa.

Las investigaciones realizadas con las becas del CNPq (Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico - Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico) resultaron en un informe que vio la luz en 1988 y, luego, en mi tesis de doctorado defendida en 1992. En estos trabajos intenté exponer el conjunto de las informaciones históricas y etnográficas que coseché acerca de los Rikbaktsa, así como analizarlas desde la perspectiva del campo teórico de la disciplina antropológica.

Posteriormente, profundicé algunos aspectos de su pensamiento en el artículo “Mitos Rikbaktsa”. Publiqué otros dos artículos más coyunturales, orientados a analizar sus luchas políticas y territoriales y desarrollé una investigación en el sentido de comparar el modelo regional de ocupación del espacio y la utilización de los recursos con el modelo Rikbaktsa, además de producir un video etnográfico sobre ellos.

Durante 1985, en el contexto de la lucha por la recuperación de la TI Japuíra, se produjo una invasión policial en el área así como la presencia de violencia física y moral sobre los indios con prisión y tortura incluidos, “métodos” aplicados al Padre Balduíno Loebens, misionero que trabajaba con ellas desde hacía más de treinta años. También se produjeron otros abusos. Los testimonios acerca de estos acontecimientos así como el proceso judicial que le siguió, en el cual los Rikbaktsa fueron los vencedores, constan en el “Dossier Rikpaktsa”, organizado por Odenir Oliveira, indigenista de la Funai. Finalmente, también existen obras de autoría de los mismos Rikbaktsa, una de ellas asesorada por Fausto Campoli, en ese momento como asesor de la OPAN (Operación Amazonía Nativa - Operação Amazônia Nativa), y otra asesorada por el Instituto Lingüístico de Verano.

Fuentes de Información

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